viernes, 4 de enero de 2013

Propósito

Habían pasado cuatro o cinco noches desde el inicio del nuevo año. Me encontraba en esa frontera donde los propósitos de un cambio de vida luchaban para salir adelante. Mientras, la parte menos constante de mi me corrompía para que los abandonara en el olvido por enésimo invierno consecutivo. Entre esos propósitos se encontraba llegar a ser ese aficionado a la lectura que tanto se aparecía en mi imagen mental de chico perfecto. Me costaba reconocer que llevaba demasiado tiempo sin perderme entre las páginas de un libro, una característica que resaltaba en cada una de las fotografías que me echaba ante el espejo del cuarto de baño. A veces antes de entrar en la ducha y otras después, ya mojado. Tarde algo de tiempo en darme cuenta que los músculos de mi cerebro no lucían todo lo definidos que podrían estar y que se veían como un trozo de carne muerta dentro de un escultural cuerpo.

No dejé pasar más noches. Me dispuse a encontrar el libro con el que iniciaría el cambio. La búsqueda se centró entre todos aquellos que tenía abandonados a mi alrededor. Busqué en cajones, repisas y estanterías y en ningún momento dejé de escuchar la vocecita de burla de la parte menos constante de mi, animándome, cómo no, a que buscara una actividad más insustancial que la que me disponía a realizar. Me topé con libros demasiado finos cuya lectura habría convertido mi propósito en una tomadura de pelo. También encontré otros muy gruesos que me hacían parecer deshonesto con mi meta. Otros, clásicos de la literatura que me hubieran maquillado como un intelectual sin pretenderlo. Y, por último, éxitos de ventas que me vestían con el traje de un vulgar lector sumido al marketing literario.

La búsqueda se alargó más de lo previsto y la parte menos constante de mí fue expandiéndose por todo mi cuerpo. Quizá por eso decidí sentarme en el sofá, donde la noche me terminó de consumir. Fue ahí donde me dejé llevar y me preparé para disfrutar de ese placer que solo es capaz de darse uno mismo, olvidando nuevos objetivos y continuando con las costumbres tan marcadas que tenía en el pasado. La parte menos constante de mi había vuelto a ganar la partida. Al menos hasta el próximo año.