martes, 28 de abril de 2015

La teoría de los universos paralelos

Llegó sigiloso justo cuando me peleaba con el mechero para encender el último cigarro del día. Yo había peregrinado hacia el pequeño balcón que teníamos y el frío intentaba molestar sin lograrlo. El reloj ya hacía un buen rato que se había perdido por la madrugada y todas las luces del edificio de enfrente llevaban horas apagadas. Nosotros, mientras tanto, seguíamos aprendiendo a convivir con el insomnio.

- ¿Tienes uno para mí? -la pregunta era la misma todas las noches, aunque no siempre era él quien la formulaba.

- El último -le dije con resignación mientras le enseñaba el cigarrillo. Pese a mi respuesta no se marchó, sabía de sobra que podíamos compartirlo. Después de varios intentos, logré encenderlo y dar la primera bocanada.

- ¿Qué tal la noche? -casi nunca me miraba cuando me hablaba. Contemplaba un cielo que solo dejaba ver nubes naranjas. Se movían sin descanso, más rápido de lo que podíamos asimilar.

- Bueno, igual que la de ayer y supongo que igual que la de mañana -le pasé el cigarrillo y lo cogió con desgana.

- ¿Igual que la de mañana? Solo si tú quieres, ¿no?

- No sé. Ya no sé qué pensar. Esta rutina... esta monotonía... -no quería que se pusiera sobreprotector, aunque sabía que le estaba dando motivos. Eran tiempos fáciles para caer en la trampa.

- ¿Conoces la teoría de los universos paralelos? -cuatro preguntas en menos de un minuto. Había batido su propio récord.

- No me digas que te vas a poner científico a estas horas.

- Quizá a todos nos haga falta un poco de ciencia a veces para ver las cosas de otro modo -me volvió a dar el cigarrillo. Definitivamente estábamos en esa hora de la noche en la que todos alguna vez hemos sacado ese filósofo que llevamos dentro.

- Sí, creo que la conozco. Pero no me importa que me la expliques -el silencio me resultaba más incómodo que su voz.

- Según esa teoría, existen multitud de realidades diferentes en infinitos universos. Lo que nos lleva a que tiene que haber infinitas versiones de ti -compadecí a todos ellos automáticamente- En una de ella eres, no sé, alguien que trabaja para ayudar a los demás, que incluso salva vidas diariamente. En otra vives en una isla y solo te preocupas de lo que vas a comer cada día. Hay incluso una en la que eres un gran hijo de puta.

- Mira, no me importaría conocer a ese y que me diera algunos consejos -creí notar una pequeña sonrisa en su cara y aproveché para prestarle de nuevo el cigarro.

- En otra eres un payaso, pero de los de verdad, de circo, y actúas todos los días con tu gran nariz roja y una flor gigante en la solapa que echa agua. También debe estar tu versión deportista, hermana de la que solo se preocupa por lucir músculos en cada foto que subes a internet. El vago, el semental, el ecologista, el que ha decidido colgarse una mochila al hombro y viajar por todo el mundo... Todas las que se te ocurran. Incluso debe haber una versión que los mezcle a todos.

- Muchos universos veo yo ahí. Pero no sé de qué me puede servir saber que existen -nunca me gustó aceptar sin más lo que decía.

- No sé si existen. Me da igual que existan. Pero sí creo que es importante que sepas en cuál de ellos estás viviendo. Por lo que sé, podría ser en cualquiera, ¿no? -puso el cigarrillo en sus labios por última vez y me lo regaló para que lo terminara. Luego abandonó el balcón sin desearme buenas noches.

Me quedé sin compañía y con un cigarrillo moribundo. Decidí dar el último suspiro mientras subí la mirada. Las nubes naranjas seguían moviéndose sin que nada se atreviera a molestarlas. Entre ellas me pareció ver una de las estrellas que habían quedado ocultas. Me pregunté si sería una señal de la realidad que me correspondía, la versión que me pertenecía, intentando llamarme, queriendo decirme algo que todavía no era capaz de escuchar. Una vez más, había logrado dejarme noqueado.

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