miércoles, 25 de julio de 2012

Selección artificial

Volaba Darwin en su nave extraterrestre buscando explorar los rincones más recónditos del universo. Se acercó a un hipnótico planeta azul en el que todo parecía idílico y, entre toda la tierra que se presentaba ante él, se fijó en una pequeña península ni muy grande ni muy pequeña. Creyó que era el lugar perfecto para observar a las especies que allí vivían y completar así su investigación sobre la evolución y la vida inteligente en el universo, por lo que aterrizó allí su nave y se introdujo entre la nueva especie que había descubierto. Se trataba de una raza única. Individuos bípedos con capacidad para comunicarse y razonar y con la habilidad para adaptar el entorno a sus necesidades. Darwin sintió una gran curiosidad por conocer más de esa especie, por lo que decidió pasar años con ellos, observando con detalle su comportamiento y determinando las claves de su evolución. Quería saberlo todo: cómo vivían, cómo se relacionaban, en qué pensaban... No podía dejar de reflexionar sobre lo fascinante que se había convertido ese descubrimiento y la oportunidad única que aparecía ante él.

Tras unos meses, al extraterrestre le llamó la atención la complejidad de la sociedad en la que convivían esos seres, que había sabido que se hacían llamar humanos aunque esa raza en particular eran españoles. Su sociedad se movía en torno a un sistema creado por ellos mismos por el que tenían que trabajar cada día para conseguir una determinada cantidad de algo que llamaban dinero. Darwin descubrió que la cantidad de dinero que recibía una persona variaba de un trabajo a otro, aunque este fuera más peligroso o más importante para el desarrollo de su sociedad. Así, quienes administraban el dinero de otros recibían más cantidad de dinero que quienes, por ejemplo, se dedicaban a investigar mecanismos para hacer que la vida de los humanos españoles fuera más sana y duradera. Darwin supo entonces que en esa sociedad el dinero daba poder y permitía obtener una vida mejor. No entendía muy bien esta última idea, que se anteponía a eso que los humanos españoles llamaban derechos. Fue la primera característica que el extraterrestre estudió de los humanos españoles. Al parecer tenían un documento en el que quedaban registrados cuáles eran sus derechos, por lo que Darwin no entendia cómo era posible que los derechos de un humano español fueran diferentes a las de otro por el simple hecho de tener más dinero.

Las particularidades de la nueva especie descubierta crecían cuanto Darwin más estudiaba sobre ellos, incoherencias que dejaban al descubierto que se trataba de una especie llena de diferencias. Aún no sabía que el punto álgido de su investigación estaba por llegar. Se trataba del que se refería a la evolución, punto en el que el extraterrestre quería centrar su tesis. La reproducción de los humanos españoles estaba delimitada por quienes se hacían llamar gobierno, un conjunto de personas que establecía normas que el resto de individuos tenía que cumplir. Ese gobierno era el responsable de, por ejemplo, la dignidad con la que podían vivir los humanos españoles, aunque Darwin no tardó en comprender que ese no era uno de los aspectos por los que más se preocupaba el gobierno. Quizá por eso, le pareció tan raro que ese gobierno obligara a nacer a todos los nuevos individuos, aunque se pudiera determinar con antelación que ese individuo iba a nacer con problemas de salud y aunque el mismo gobierno no fuera capaz de garantizar que esos individuos tendrían todos los cuidados que necesitaran con independencia del dinero que tuvieran. Darwin supo que ese gobierno tampoco valoraba el sufrimiento que su norma podía causar, ya que estaba empeñado en defender la vida de cada uno de los humanos españoles nacidos o no nacidos. Le costó entender que pese a tener los mecanismos necesarios no defendiera que cada una de esas vidas fueran dignas, algo que reclamaban muchos de los individuos entre los que el extraterrestre convivió durante años.

El estudio de Darwin le llevó a hacer una reflexión sobre todo lo que había aprendido. En otras especies había visto que la supervivencia del individuo nacido dependía de la capacidad que este tenía para adaptarse al entorno que le rodeaba, aunque naciera con minusvalías o malformaciones. En aquellas ocasiones había decidido llamar a ese proceso selección natural. Pero ahora se encontraba ante algo diferente. En esta ocasión, gracias a su inteligencia, los humanos españoles habían adaptado el entorno a ellos, por lo que para vivir en él no importaba cómo se nacía. En cambio, basaban su existencia en el dinero que se tenía a lo largo de una vida y de eso dependía su supervivencia, su bienestar y su dignidad, tres características de las que los humanos españoles presumían. Después de un tiempo de estudio, decidió llamar a ese proceso selección artificial. Se marchó del planeta con el presentimiento de que su investigación tenía todos los ingredientes para convertirse en todo un éxito.

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